OTOÑO

otoño
otoño

 

 

Aquí encontrarás qué comer, qué beber, que posturas realizar, cuáles son los órganos más sensibles y las emociones propias de esta estación.

 

 

 Comienza el otoño y con él una nueva posibilidad de volver a la tierra, de purificarnos para comenzar una nueva temporada con buenas y renovadas energías pero también con nuevas dificultades para sortear.

 

En este período los órganos que requieren mayor atención y por lo tanto que están más susceptibles son el intestino grueso (encargado de eliminar lo que no nutre) los pulmones (encargados de purificar la sangre) y la piel que se la considera como otro pulmón y que ayuda a eliminar toxinas.

 

Se produce el paso de una estación yang a otra Yin. Por lo que es más brusca la adaptación, por llamarla de alguna forma.

 

Se acerca la época donde se debe juntar para el invierno (lo vemos en los animales que terminan de abastecerse para afrontar los fríos y las inclemencias invernales) y se preparan para invernar, pero también momento de descartar todo lo que nos sobra, lo que no se usó.

 

Época vinculada con el elemento “metal” equivalente al aire, a las artes y la comunicación, que se corresponden con el primero y el quinto chacra pero sin olvidar al cuartoa las emociones de avaricia, codicia y melancolía; por lo tanto también proclive al estreñimiento, dolores de garganta, a los catarros y resfriados

 

Temporada para dedicarle tiempo a los procesos creativos, al recitado de mantras, a la limpieza tanto del intestino como de las emociones y sentimientos de los que debo liberarme para afrontar la tristeza y falta de luz del invierno.

El intestino grueso es el encargado de absorver el agua de los desechos lìquidos que vienen del intestino delgado.Según la medicina china está asociado a los dolores de cuello y hombros por encontrarse dentro del mismo meridiano energético.

 

Con la respiración entra oxígeno a la sangre al entrar en contacto con él se depura, se limpia y enriquece.  Los pulmones son los encargados entonces de abastecer al cuerpo del oxigeno que necesita y de eliminar dióxido de carbono, son el nexo entre el cuerpo, la mente y el espíritu...un cuerpo agitado termina por agitar la mente y viceversa.

 

Una buena respiración, por lo tanto,nos ayuda a mejorar la salud de nuestro cuerpo y, por supuesto, de la columna vertebral y de nuestras emociones.  .


La respiración es la única función vital sobre la que podemos influìr, logrando que se unan y equilibren voluntariamente lo consciente y lo inconsciente  produciendo grandes beneficios:

  • purificar la sangre
  • aumentar la alegria de vivir
  • limpiar los pulmones 
  • aumentar la concentración
  • disminuir la fatiga y las secuelas del stress
  • revitalizar la circulación y el corazón.
  • desbloquear el diafragma y con él las emociones reprimidas.

El diafragma es quièn separa los pulmones del corazón, un

mùsculo chato y grande.

Las emociones reprimidas lo van bloqueando por lo que es neceario realizar trabajos respiratorios para recuperar el correcto fluir de la energía vital entre el abdomen y el pecho...intestinos y pulmones...

Liberar los escudos emocionales es necesario para lograr una buena salud y debemos vivirlo como algo revitalizador aunque a veces surjan lágrimas...es parte del proceso de

liberación.

 

Algunos ejercicios son muy buenos para ayudar al desbloqueo diafragmàtico.:

 

  • Acostados en decúbito supino sobre una pelota grande, procurando tener bien apoyada la espalda y sin dejar colgar la cabeza, inhalar  inchando el abdomen y llevando el ombligo a la columna al exhalar.
  • Acostados sobre el piso , en decúbito supino, inhalar en ujjayi mientras elevamos los brazos hasta llevarlos a tocar con el dorso de las manos el piso sobre nuestra cabeza para volver a ponerlos con las palmas hacia abajo y paralelos a nuestro cuerpo al exhalar, teniendo en cuenta el coordinar que nuestras manos lleguen sobre nuestra cabeza al terminar la inhalación y vuelvan a su posiciòn inicial al terminar la exhalación.... Cuerpo, mente y espìritu se conectan mediante la respiración, mediante el control voluntario de nuestra respiración. Podemos añadir las piernas también en este ejercicio si lo deseamos para hacerlo más completo aún.
  • Kapalabhati o respiración de fuego:  energizante y purificadora. Ademàs de un pranayama es también 1 de los kriyas (ejercicios de limpieza) muy importante para el yoga.  Consiste en una inspiración pasiva a la que sigue una exhalación activa y brusca (exhalar mediante ráfagas forzadas seguidas de inspiraciones pasivas)  Abstemerse de este ejercicio las embarazadas, hipertensos y personas con efecciones pulmonares.  Aquellos con problemas cardíacos podrán hacerlo solo luego de un largo y consciente entrenamiento
  • Respiración en tres tiempos, inhalar, retener y exhalar con el sonido "S", que según los taoístas es el sonido de los pulmones .

 

Agregaremos a nuestras sesiones de yoga:

 

 

Entradas en calor con rotaciones de caderas, rodillas y cuello.

 

 

Asanas:

 

Perro mirando abajo ¡cuidado hipertensos y con problemas de glaucoma o tunel carpiano!

Cuclillas

El camello

El león

El niño

Viparita karani

Langosta

Media langosta

De los vientos o cabeza a la rodilla en decúbito supino

Kriya Nauli

De pie respiraciones utilizando bandas en la retención que favorecen la estimulación glandular y  la circulación.

El pez

Mudra del rayo dormido

Puentes

Pinzas

Cobras

asana de la cabeza de vaca

círculos de brazos y molinos de viento

Meditación Kalpataru o de los deseos


 

 

(El arado y la vela que, si bien el yoga contemporáneo no las realiza por considerarlas agresivas con las cervicales, si deseamos hacerlas podemos ayudarnos con una pelota, sillas, columpios o con almohadones que nos asistan para no agredir al cuerpo pero disfrutar de sus beneficios)

 

 

 

Para empezar a prepararnos quiero acercarles el siguiente relato que nos motiva a pensar y prepararnos para los tiempos que vendrán…

 

 

Cuentos para pensar Transcrito por Victoria Ambrós

Www.universoyoga.com

 

 

 

EL CÍRCULO DEL NOVENTA Y NUEVE

 

 

 

Había una vez un rey muy triste que tenía un criado que, como todo criado de rey triste era muy feliz.

Todas las mañanas despertaba al rey y le llevaba el desayuno cantando y tarareando alegres canciones de juglares. En su distendida cara se dibujaba una gran sonrisa y su actitud ante la vida era siempre serena y feliz.

 

Un día, el rey lo mandó llamar.

Paje – le dijo- ¿cuál es el secreto?

- ¿Qué secreto, majestad?

- ¿Cuál es el secreto de tu alegría?

- No hay ningún secreto, majestad.

- No me mientas, paje. He ordenado cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.

- No os miento, majestad. No guardo ningún secreto.

- ¿Por qué estás siempre alegre y feliz? ¿Eh? ¿Por qué?

- Señor, no tengo razones para estar triste. Su majestad me honra permitiéndome atenderle. Tengo a mi esposa y a mis hijos viviendo en la casa que la corte nos ha asignado. Nos visten y nos alimentan y además, su majestad me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algún capricho. ¿Cómo no voy a ser feliz?

- Si no me dices tu secreto ahora mismo, te haré decapitar –dijo el rey-. Nadie puede ser feliz por las razones que me has dado.

- Pero majestad, no hay ningún secreto. Nada me gustaría más que complaceros, pero no hay nada que os esté ocultando.

-Vete, ¡vete antes de que llame al verdugo!

 

El criado sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación.

El rey estaba como loco. No conseguía explicarse por qué aquel paje era tan feliz viviendo de prestado, usando ropa vieja y alimentándose de las sobras de los cortesanos.

Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus consejeros y le explicó la conversación que había mantenido aquella mañana.

 

- ¿Por qué ese hombre es feliz?

- Ah, majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo.

- ¿Fuera del círculo?

- Así es.

- ¿y eso le hace feliz?

- No, señor. Eso es lo que no le hace infeliz.

- A ver si entiendo. ¿Estar en el círculo te hace infeliz?

- Así es.

- Y él no está.

- Así es.

- ¿Y cómo ha salido?

- Nunca ha entrado.

- ¿Qué círculo es ése?

- El círculo del noventa y nueve.

- Realmente, no entiendo nada.

- Sólo podrías entender si me dejaras mostrártelo con hechos.

- ¿Cómo?

- Dejando que tu paje entre en el círculo.

- Sí, obliguémosle a entrar.

- No majestad. Nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.

- Entonces habrá que engañarle.

- No hace falta, majestad. Si le damos la oportunidad entrará por su propio pie.

- ¿Pero él no se dará cuenta de que eso significa convertirse en una persona infeliz?

- Sí se dará cuenta.

- Entonces no entrará.

- No lo podrá evitar.

- ¿Dices que se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo y aun así, entrará en él y no podrá salir?

- Así es, majestad. ¿Estás dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo?

- Sí.

- Muy bien. Esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con noventa y nueve monedas de oro. Ni una más ni una menos.

- ¿Qué más? ¿Llevo mis guardias por si acaso?

- Sólo la bolsa de cuero. Hasta esta noche, majestad.

- Hasta esta noche.

 

Así fue. Esa noche el sabio pasó a recoger al rey. Juntos llegaron a escondidas a los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje.

Allí esperaron el alba.

Dentro de la casa se encendió la primera vela. El sabio ató a la bolsa de cuero un mensaje que decía:

Este tesoro es tuyo.

Es el premio por ser un buen hombre.

Disfrútalo y no le digas a nadie como lo has encontrado.

Después ató la bolsa a la puerta de la casa del criado, llamó y volvió a esconderse.

Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban lo que ocurría desde detrás de unos matorrales.

El sirviente abrió la bolsa, leyó el mensaje, agitó el saco y al oía el sonido metálico que salía de su interior, se estremeció, apretó el tesoro contra su pecho, miró a su alrededor para comprobar que nadie le observaba y volvió a entrar en su casa.

Desde fuera se oyó cómo el criado atrancaba la puerta, y los espías se asomaron a la ventana para observar la escena.

El criado había tirado al suelo todo lo que había sobre su mesa excepto una vela. Se había sentado y había vaciado el contenido del saco. Sus ojos no podrían creer lo que estaban viendo.

-¡era una montaña de monedas de oro!

Él que nunca había tocado ninguna, tenía ahora toda una montaña.

El paje las tocaba y amontonaba. Las acariciaba y hacía que la luz de la vela brillara sobre ellas. Las juntaba y las desparramaba, haciendo pilas con ellas.

Así, jugando y jugando, empezó a hacer montones de diez monedas. Un montón de diez, dos montones, tres montones, cuatro, cinco, seis….

Mientras sumaba, cuando llegó al último montón…. ¡y era de nueve monedas!

Primero su mirada recorrió la mesa, buscando una moneda más. Después miró el suelo y, finalmente, la bolsa.

“no puede ser”, pensó. Puso el último montón al lado de los otros y comprobó que era más bajo.

¡Me han robado! –Gritó- ¡me han robado! ¡Malditos!.

Volvió a buscar sobre la mesa, por el suelo, en la bolsa, en sus ropas, en sus bolsillos, debajo de los muebles.. Pero no encontró lo que buscaba.

Sobre la mesa, como burlándose de él, un montoncito de monedas resplandeciente le recordaba que había noventa y nueve monedas de oro.

Sólo noventa y nueve.

“noventa y nueve monedas. Es mucho dinero –pensó-

Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo –pensaba- cien es un número completo, pero noventa y nueve no.”

 

El rey y su asesor miraban por la venta. La cara del paje ya no era la misma. Tenía el ceño fruncido y los rasgos tensos. Sus ojos se habían vuelto pequeños y cerrados, y su boca mostraba un horrible rictus, a través del cual asomaban sus dientes.

El sirviente guardó las monedas en la bolsa, y mirando hacia todas partes para comprobar que no le viera nadie de la casa, escondió la bolsa entre la leña. Después tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos.

¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien?

El criado hablaba solo, en voz alta.

Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizá no necesitaría volver a trabajar.

Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar.

Con cien monedas un hombre es rico.

Con cien monedas se puede vivir tranquilo.

Terminó su cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que pudiera recibir, en once o doce años tendría lo necesario para conseguir otra moneda de oro.

“doce años es mucho tiempo”, pensó.

Quizá pudiera pedirle a su esposa que buscara trajo en el pueblo durante un tiempo. Y, después de todo, él mismo terminaba su trabajo en el palacio a las cinco de la tarde, de manera que podría trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello.

Hizo cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años podría reunir el dinero.

¡Era demasiado tiempo!

Quizá pudiera llevar al pueblo la comida que les sobraba todas las noches y venderla por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más cantidad podrían vender.

Vender, vender…

Estaba haciendo calor. ¿Para qué querían tanta ropa de invierno?

¿Para qué tener más de un par de zapatos?

Era un sacrificio. Pero en cuatro años de sacrificio conseguiría su moneda número cien.

 

El rey y el sabio volvieron al palacio.

 

El paje había entrado en el círculo del noventa y nueve...

 

Durante los meses siguientes, el sirviente siguió sus planes tal como los había concebido aquella noche.

Una mañana, el paje entró en la alcoba real golpeando la puerta, refunfuñando y de malas pulgas.

-¿qué te pasa? – preguntó el rey con buenas maneras.

- no me pasa nada, no me pasa nada.

- antes, no hace mucho, reías y cantabas constantemente.

- hago mi trabajo, ¿verdad? ¿Qué quiere su majestad?

¿Qué sea su bufón y su juglar también?

 

No pasó mucho tiempo hasta que el rey despidió al sirviente.

No era agradable tener un paje que siempre estaba de mal humor…

 

 

 

 

Detengámonos por un momento a reflexionar…no caigamos en el círculo

 

 

 

 

NAMASTE